IX Carta-Circular del Consiliario Nacional: Septiembre 2017

“Quien se deja atraer por la voz de Dios y se pone en camino para seguir a Jesús, descubre enseguida, dentro de él, un deseo incontenible de llevar la Buena Noticia a los hermanos, a través de la evangelización y el servicio movido por la caridad. Todos los cristianos han sido constituidos misioneros del Evangelio. El discípulo, en efecto, no recibe el don del amor de Dios como un consuelo privado, y no está llamado a anunciarse a sí mismo, ni a velar los intereses de un negocio; simplemente ha sido tocado y trasformado por la alegría de sentirse amado por Dios y no puede guardar esta experiencia solo para sí: «La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera» (Exht. Ap. Evangelii gaudium, 21).

“Adoremus in aeternum Sanctissimum Sacramentum”:

 Adoremos por siempre al Santísimo Sacramento.

Queridos hermanos y hermanas adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU:

Con este texto de nuestro Papa Francisco os invito y saludo al comienzo de un nuevo curso. Aunque en la ARPU en sentido propio no hay vacaciones como os decía en mi carta anterior de julio-agosto porque el “amor no descansa” sino que “siempre vela”. Os invitaba por ello a “aprovechar y buscar ocasiones en nuestra vida para realizar la ARPU entre todos”.

¿Qué tal estáis después de estos dos meses? Me refiero, aparte del sentido de salud física, que es un don y muy grande, pero, sobre todo, en plan apostólico, misionero, eucarístico.

La cita -larga- del Papa me ha parecido oportuna para “ponernos en el camino” del nuevo curso en cuanto a actividades, celebraciones, reuniones, programaciones a nivel de grupo, de consejos parroquiales, diocesanos, nacional. En este sentido ya se señalaban algunas “tareas” en la Carta del mes de julio. Recordáis eran siete. ¿Hemos procurado cumplirlas en verano?

En esta carta quiero comentaros algunas frases del Papa, lógicamente aplicadas a nuestra condición de miembros o simpatizantes de la ARPU. Entresaco estos puntos:

1.- “Ponerse en camino para seguir a Jesús”: es decir hay que reunirse, hay que programar, pensar, ver objetivos, señalar acciones, concretar personas que han de realizarlas (todos), disponer de medios, etc. Todo es o será para ser buenos adoradores de Jesús Sacramentado “en Espíritu y en verdad” (Jn 4,23). Son los adoradores que el Padre quiere y concede a Jesús, el Hijo amado (cf. (Jn 4,24). Ser “almas de Eucaristía”, es decir, no sólo ser “apóstoles de salón” sino “ponerse en camino” (Papa Francisco). Adoradores de Jesús Sacramentado y apóstoles o misioneros o enviados suyos. Que hablemos de Él a quien podamos y se deje hablar y escuchar en el camino de cada día.

2.- “Un deseo incontenible de llevar la Buena Noticia a los hermanos”: Sería muy raro, extraño y preocupante que uno que “cumple” con sus ratos de oración-adoración semanal, de la Santa Misa y Comunión, de acción de gracias después de la Comunión, de las Visitas al Santísimo, etc. luego no tratara de contagiar el fuego del amor que el Señor ha encendido en su corazón durante esos encuentros sacramentales. Por eso, siempre hemos de pensar y examinarnos si llevamos esta Buena Noticia: la de Jesús Vivo, Sacramentado-Resucitado en la Eucaristía. Su Presencia real y los demás aspectos del “misterio de nuestra fe”, “es nuestra mayor certeza y el tesoro más precioso, ¿cómo no correr a anunciarlo a los demás?” (Papa Francisco a los Hermanos de la Resurrección: 24 junio 2017).

Eso significa cada vez que escuchemos el “podéis ir en paz”. Para ello hay que tener esa experiencia gozosa de encuentro y seguimiento de Jesús en nuestras prácticas eucarísticas que tenemos en la ARPU.

3.- “Todos los cristianos han sido constituidos misioneros del Evangelio”: Sí, por el Bautismo y la Confirmación, sí, porque en cada celebración  eucarística  se nos exhorta y recuerda que lo somos, pero nosotros los somos de un  Cristo vivo y en un cauce concreto: el del apostolado eucarístico en la ARPU.

“Creí por eso hablé; también nosotros creemos, y por esto hablamos”(2 Co 4,13). ¿Hablamos de Jesús porque lo llevamos en el Corazón? Y ello porque

4.- “No recibimos el don del amor de Dios como un consuelo privado”. Sería un pietismo que no cabe en un cristiano bien formado, bien experimentado, “experto en saber qué es amar a Jesús” (San Bernardo)  y, por ello, consciente de su misión de contagiar a todos. Por algo en la fórmula del compromiso en la ficha de inscripción en la ARPU se dice: “reuniendo alrededor de los Sagrarios el mayor número posible de personas…”. Y por ello el último punto.

5.- “Tocado y trasformado por la alegría de sentirse amado por Dios y no puede guardar esta experiencia sólo para sí”. En efecto, en la Eucaristía, en la Comunión… en nuestras prácticas en la ARPU experimentamos el  “ser amados” por Jesús “hasta el extremo” (Jn 13,1). Jesús con ser Dios no puede amarnos más que lo que hace en el Santísimo Sacramento: en la Santa Misa, en los Sagrarios donde está tantas veces “abandonado”. Quiere que le amemos, que correspondamos a su amor, por nuestro bien y salvación, quiere que lleguemos a la mayor unión e intimidad, la de ser alimentados -con las debidas condiciones- con su Cuerpo y su Sangre. Quiere que así anticipemos ya el Cielo en la tierra: “Quiero ser adorado por todos los hombres y a todas las horas en todos los Sagrarios de la Tierra (lema y carisma nuestro). Por ello, no podemos hacer cosa más grata a Jesucristo que hospedarle en nuestro corazón, y, adorado por nosotros, le llevemos a los demás, como dice el Papa. Y de una u otra manera, como los discípulos, digamos “Hemos visto al Señor” (cf. texto de nuestro tríptico). Hemos de saber decir: “Venid que aquí está el Amor, el Médico divino, el remedio de nuestras enfermedades, “la medicina de inmortalidad” (San Ignacio de Antioquia). ¿Qué más podemos y queremos pedir?

Con estas reflexiones creo que os he motivado a comenzar el curso bien encendidos en su amor.

Iremos -iréis- concretando más la programación y programaciones a todos los niveles. Para esto es el mes de septiembre. Si os sirve para algo la de Burgos en cuanto a reuniones de formación y celebraciones mensuales, etc. se os adjuntará el próximo mes. Importa mucho echar a andar o funcionar con buen garbo e ilusión. Jesús lo quiero, yo os invito, os encomiendo. Estaría bien que nos remitierais vuestras programaciones, el calendario del curso.

Como tareas en septiembre -siempre las habrá- bien pueden señalarse las siguientes:

1ª.- Poner el “cartelito de reclamo” en todas las iglesias donde no los haya, donde tengamos acceso, con el permiso correspondiente del Párroco o Rector de los templos.

2ª.-.Preparar el calendario de reuniones mensuales de formación, de adoraciones y celebraciones eucarísticas mensuales, retiros mensuales, etc. a niveles de grupos, parroquiales, diocesanos de la ARPU.

3.- Difundir las Cartas del Consiliario Nacional y estará bien que preparéis otras en vuestros niveles y ámbitos diocesanos, parroquiales. Estará bien que leáis con interés nuestras “cosas de familia”: el Noticiero de cada mes.

4.- Cada adorador tenga lista de amigos, conocidos, vecinos, compañeros de trabajo, etc. a los que se pueda hablar invitar, animar…

5.-Y disponer de fichas de inscripción y repartirlas al comienzo del curso y siempre. Acompañarlas de mucha oración.

Siempre el comienzo de curso
Es una buena ocasión
De emprender estas “tareas”
Con renovada ilusión.
Unidos en Jesús Sacramentado,
Con mi afecto y oración

Burgos, 1 de septiembre de 2017.

Fdo.: José Luis Esteban Vallejo. – Consiliario Nacional de la ARPU

 

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