XXXIII Carta-Circular del Consiliario Nacional: Diciembre 2019

 

LOS ANGELES EN LA VIDA DE LA IGLESIA, DEL CRISTIANO, Y EN LA ARPU (III). 

Queridos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU: 

1.- Continuamos con la serie de cartas circulares, doctrinales y formativas sobre Los Ángeles (“ANGELI”), que comenzaba el octubre pasado. El título y tema eran tomados de la “exposición de Las Edades del Hombre en Lerma (Burgos), inaugurada en abril pasado de 2019 por el Sr. Arzobispo de Burgos en presencia de la Reina Doña Leticia y clausurada el pasado día 12 de noviembre. Ha tratado sobre los Ángeles. Nos sirvió de inspiración para esta serie de temas porque, además de ser una realidad que la Iglesia celebra el día 2 de octubre, hemos de vivirla todo el año (la devoción a los Ángeles custodios) y, sobre todo, porque pertenece a la esencia y carisma de nuestra ARPU. Lo podemos contemplar siempre en nuestro logotipo, en nuestro escudo y bandera y demás signos de nuestra Asociación y Movimiento eucarísticos. Sigamos en la pista propuesta a la luz de la Sagrada Escritura y, en concreto, en este mes de diciembre, en los grandes misterios del comienzo de nuestra salvación en el Nuevo Testamento.

Vistos los ángeles en algunos episodios y lugares del Antiguo Testamento (cf. Carta anterior en noviembre pasado) estamos introducidos, pues, para verlos en el Nuevo.

2.- En el Nuevo Testamento

Sobre todo, hay ángeles en el Nuevo Testamento. Los vemos con frecuencia al servicio del Ntro. Señor Jesucristo, Verbo encarnado y redentor del hombre en varios episodios. 

1.- En los Evangelios aparecen los Ángeles desde el comienzo hasta su final (de los Evangelios).

Veamos primero en la Anunciación, en la Encarnación, en la Natividad e Infancia del Señor. Tienen gran encanto espiritual pero también grandes exigencias apostólicas para nosotros.

 

1.- Los Ángeles en misterio de la Encarnación.

Un arcángel, Gabriel, anunció a María el inefable y gozoso misterio de la Encarnación del Hijo de Dios (cf. Lc 1, 26-38).

Lo vemos en esta imagen:

“Saluda a Maria el Ángel de Dios

Le anuncia el misterio de la Encarnación”

Lo contemplamos cada día en la plegaria del “Ángelus” y en el 1º misterio gozoso. Con este acontecimiento llega “la plenitud de los tiempos”

(cf. Gal 2,4). Y sucede por mediación de un ángel, en este caso como el acontecimiento que anuncia es magno, es arcángel el “enviado” y con nombre conocido y propio: San Gabriel (=Fuerza de Dios).

2.- La Encarnación y la Eucaristía (cf. Visitas al Santísimo de Don Andrés Manjón[1])

“Ésta es la Obra de Dios: La Encarnación”.

“Obra de Dios es la Creación; obras de Dios son la justificación y la glorificación de los Ángeles y de los hombres. Pero por encima de todo se halla, y es más grande que todo, aquel “Homo factus est”. El Verbo de Dios se hizo Carne y habitó ente nosotros”.

Al profesarlo en el Credo de la fe, la rúbrica señala que todos se inclinan profundamente, y en el día de la Encarnación y Navidad se ponen de rodillas en señal de silencio y adoración. ¿Lo hacemos así?

“Pues si la Creación sacó las cosas de la nada, la Encarnación las renovó, haciéndolas nuevas criaturas”.

“Para eso encarnó y para eso reencarnó en el misterio de la Eucaristía, ante el cual arde constante la llama de una lámpara, símbolo del ardiente amor de Jesús para con los hombres”.

Es muy nuestro este carisma, desde la Fundadora, el que seamos y haya “lámparas encendidas” siempre ante los Sagrarios. Es decir que haya adoradores, lámparas vivas, personas consagradas a ello.

Los Ángeles “adoraron” al Verbo de Dios encanado por mandato de Dios: “Adórenlo todos los ángeles” (Heb 1, 6).

También en la Eucaristía permanente en los Sagrarios como una continuada Encarnación que es la del Emmanuel eucarístico, el “Dios -con-nosotros”.

Doña Juana así los veía con frecuencia. ¿Los vemos nosotros? ¿Vemos al Invisible?

Eso es tener fe viva en la Eucaristía. De ella hay mucha necesidad en la Iglesia de Dios y en el mundo. “Este es el Sacramento de nuestra fe”. De esa fe saldrá el ver a Jesucristo en los demás. La Eucaristía es “Sacramentum fidei”: “Este es el Misterio o Sacramento de nuestra fe” y es  el  “Sacramentum Caritatis”: “Sacramento del Amor”, Suyo, de Su amor infinito y debe ser correspondido con el nuestro.

3.- El Ángelus y la Eucaristía. (Cf. Mutuas relaciones en nuestro Manual con seis aplicaciones prácticas)[2].

4.- La Anunciación del Misterio a San José (cf. Mt  1,20 y 24).

Si hubo una Anunciación del Ángel (Arcángel Gabriel) a la Virgen, como hemos visto, también la hubo a San José:

“José, Hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. 

Otro Ángel, pues, anuncia a San José este mismo misterio en dos momentos o alocuciones. Es uno de sus dolores y gozos, el 1º:

“Forzado a huir de María que humilde calla y confía.

Os pasa el alma el dolor pero suplicáis al Cielo

Y sabéis con gran consuelo de aquel Misterio de Amor”.

San José también es modelo para nuestra ARPU -para nosotros- en aceptar los misterios de Dios con docilidad y adorar y servir a Jesús Encarnado, para nosotros, Sacramentado por nuestro amor.

Pidamos -cada día- por su gloriosa intercesión nuevos adoradores en la ARPU. Son para Jesús a quien Él sirvió y amó con puro y entero corazón.  No basta con nuestras medias horas de adoración. Seamos ángeles que anuncian a Jesús Sacramentado.  «Habrá un alto grado de Cielo”. ¿Lo hacemos ya? ¿Lo haremos en adelante?

5.- En la Natividad de Ntro. Señor Jesucristo en Belén. (Lc 2, 1-20)

Un himno litúrgico que canta como estribillo que “la noche es tiempo de Salvación” hace referencia al ángel en la noche santa de la Navidad:

“De noche en un  pesebre nacía tu Palabra,

De noche lo anunciaron el ángel y la estrella”.

“La noche es tiempo de Salvación”,

“la noche es tiempo de Salvación”.

En efecto, un Ángel del Señor anuncia la Buena y gozosa Noticia a los pastores: “Os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2, 9 y 10). 

Y son Los Ángeles en multitud quienes cantaron “su gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Fue en la “noche santísima” del nacimiento del Hijo de Dios -de la Virgen María- en Belén. (Cf. Lc 2, 13-14). “Es el comienzo del himno “Gloria in excelsis Deo”.

“Si hay algún misterio y acontecimiento de salvación que el hombre ha cantado y expresado con mayor extensión, gozo, estremecimiento,  belleza y amor, ha sido sin duda el misterio asombroso de la Encarnación del Hijo de Dios; y es al verlo “hecho niño, envuelto en pañales y reclinado en un pesebre” por su Madre, la Virgen, “porque no había para ellos lugar en la posada” (Lc 2, 7)”.

“Fueron los ángeles los primeros que cantaron la primera Noche Buena, apenas sucedido el acontecimiento de los siglos: “Gloria Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lc 2, 14.)”.[3]

 

Es el 3º misterio de gozo ¿acaso teñido de dolor? Para María y San José por aquello de:

“Contempláis acongojado

A vuestro Jesús amado,

Nacido pobre en Belén;

Pero escucháis con María

Las celestes armonías

Que cantan al Emmanuel”. 

Traduzco el texto de la imagen siguiente: 

“He aquí el pan de los Ángeles

Hecho alimento de los caminantes;

No se ha de echar a los perros”.

Querrá decir a los que no estén debidamente preparados. 

6.- Algunas aplicaciones prácticas. (cf. imagen de multitud ángeles adorando a Jesús Sacramentado)

Además de las ya referidas en los dos meses anteriores  -válidas para siempre- serían estas muy propias para el tiempo de Adviento y Navidad:

1.- Cuidar el rezo del Ángelus con el Arcángel Gabriel y toda la Iglesia (el Papa y tantos católicos) que se dan cita a mediodía en devoción a la Virgen María, Madre del Verbo Encarnado. Y quien dice el rezo del Ángelus dice y aconseja el rezo del Rosario. ¿Lo hago así?

2.- Anunciar la Buena Noticia de Dios a los hombres y con los hombres: el misterio de su Encarnación en la persona divina del Hijo por obra del Espíritu Santo. Saborear el “por nosotros y nuestra salvación” como decimos en el Credo.

3ª.- Anunciar y cantar con los Ángeles de la Navidad del Señor la alegría de la Navidad a los pastores de hoy a los “hombres de buena voluntad”: “Os traigo una buena Noticia, un gozo para todo el pueblo: “Os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”.

No contentarse con una felicitación fría y de cumplimiento o tradición sin más, sino ser cada uno ahora “el Ángel de la Navidad” con el contenido que conocemos. ¿Lo haremos así?

4ª. Prepararse  -en Adviento y siempre- con y como la Virgen María y San José para acoger al Verbo de Dios hecho Carne: con fe viva, humildad y pureza grandes, con devoción ardiente, con  amor inefable, con adoración profunda, “con el espíritu y fervor de los Santos” y en nuestro caso con una buena confesión sacramental.

Se adjunta también algún formulario de “comunión espiritual” (un manuscrito de Don José Llés) que nos prepare a las “Comuniones sacramentales”. ¿Las haremos con frecuencia?

5ª.- Contemplar, gozar en la fe y amor del misterio del Verbo Encarnado con la adoración al Santísimo Sacramento en visitas frecuentes, con comuniones espirituales, en nuestras medias horas de adoración semanales-particulares y en otras celebraciones comunitarias.

Caer en la cuenta del misterio cuando hagamos la genuflexión ante el Santísimo Sacramento; también cuando respondamos “Amén”, antes de comulgar. Algunos -muchos- no saben hacerlo. ¿Quién se lo enseñará? Les hacemos un bien incalculable.

También en familia. ¿Lo hacemos o haremos así? Habrá garantía de celebrar bien la Santa Navidad si hay celebración del santo tiempo de Adviento.

6ª.- Celebrar y vivir estos dos misterios actualizados en la Eucaristía y en los Sagrarios: belenes vivientes. Lo tengamos en cuenta para que las representaciones artísticas, si queréis, no se queden en mero sentimentalismo y romanticismo navideño que no transforman las vidas.  Las transformarán si tienen relación con la Sagrada Eucaristía.

7ª.- Decid a todos los que podamos con palabras y obras -supuesto el ejemplo- y con algunas fichas de inscripción en la ARPU: “Venid a Belén -al Altar, al Sagrario- a ver al Mesías, venid a Belén a ver nuestro Bien. ¿Daremos a alguien alguna ficha de inscripción en la ARPU como el mejor obsequio a Jesús que va -quiere- nacer en otros muchos pesebres – corazones de carne- y en sus vidas? (Se adjunta para reproducirla).

8ª.- Encomendar a las personas a quienes queremos y debemos comunicar la Buena Noticia o felicitación a sus “Ángeles custodios”: hacerlos “cómplices” de nuestra santidad y apostolado.

9ª.- Encomendar los Asuntos que a nivel de Asociación tenemos  y llevamos “entre manos”. Leed la respuesta del Sr. Obispo de Huelva, Don José Villaplana, a nuestra Carta de petición de iniciación del proceso de beatificación de nuestra Fundadora principal: ¿qué hacer, cómo proseguir…? Se os adjunta.

10ª.- “El hermoso signo del pesebre” tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre. Y descubrimos que Él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él”.

Esta CARTA APOSTÓLICA  Admirabile signum  DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL SIGNIFICADO Y EL VALOR DEL BELÉN está datada en Greccio en el Santuario del Pesebre, 1 de diciembre de 2019.

Con esta Carta, dice el PAPA, “quisiera alentar la hermosa tradición de nuestras familias que en los días previos a la Navidad preparan el belén, como también la costumbre de ponerlo en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas… Es realmente un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza. Se aprende desde niños: cuando papá y mamá, junto a los abuelos, transmiten esta alegre tradición, que contiene en sí una rica espiritualidad popular. Espero que esta práctica nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada”.

Poner, pues, el Nacimiento, Pesebre o Belén. Esta experiencia la hagamos también apostolado entre nuestros familiares, amigos y conocidos.

11ª.- Apóstol de la Navidad. Primero tú. “Sé tú, ¡oh corazón mío!, constante, ferviente y ardiente, como la lámpara que arde delante del Altísimo, (tan rebajado o anonadado), como la Virgen María al llevar en su seno a Jesucristo, como Jesús en el Altar” -en los Sagrarios- (Don Andrés Manjón, o.c., n.345, 6).

Si lo hacemos así, será un mes gozoso como pocos -supuesta la experiencia del Adviento- y una Navidad santa y feliz que os deseo de corazón, con mi afecto y oración. Que la gocéis en la fe, en la oración, en la misteriosa intimidad sacramental de la Eucarística y de los Sagrarios de la Tierra, nacimientos vivientes. Navidad permanente, Encarnación para y “por nosotros y nuestra salvación” y por ello en apostolado concreto.

 

 En el amor de Jesucristo

Que viene presto a salvarnos

Pido que os llene de paz

Él que está en cada Sagrario.

¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

Y la Virgen concebida sin pecado original!

Unidos en Él y en nuestra Madre Inmaculada.

Burgos, 8 de diciembre, Domingo II de Adviento y Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María celebrada con permiso especial de la Congregación del Culto Divino y de los Sacramentos, de Roma.

Fdo.: José Luis Esteban Vallejo. – Consiliario Nacional de la ARPU

 

[1] Cf. Andrés Manjón, Visitas al Santísimo, 3ª edición, Madrid 1946, libro 7º,  nn. 344-345,  pp. 393-395.

[2] Cf. José Luis Esteban Vallejo, La Eucaristía al ritmo del tiempo y de la vida del cristiano, Monte Carmelo, Burgos 2003,  pp.59-61.

[3] ID., Yo canto al Señor porque es vida: una evangelización en verso, Burgos 2019, p.

 

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