XXXIV Carta-Circular del Consiliario Nacional: Enero 2020

 

LOS ANGELES EN LA VIDA DEL SEÑOR, DE SU IGLESIA, DEL CRISTIANO  Y EN LA ARPU (IV)

 Queridos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU

 Cuando recibáis esta Carta estamos en los primeros días del nuevo año civil 2020 (el año litúrgico comenzó el día primero de diciembre pasado como sabéis). Con tal motivo deseo renovar mis augurios, buenos deseos y felicitaciones: con la presencia de Jesús Niño, Dios de amor, vengan al mundo, a vosotros, a todos los asociados y simpatizantes de la ARPU la paz y la bondad. ¡Por muchos años! Para este 2020 en concreto.

Vimos en la Carta de diciembre la presencia de los Ángeles en los misterios de la Encarnación y Navidad del Señor (en el tiempo y liturgia de Navidad aparecen por todas partes: en los himnos, antífonas, cánticos o villancicos…). Nos encontramos aún  en este tiempo gozoso de la Navidad y seguimos…contemplando como María en nuestro corazón (cf. Lc 2, 19 y 41) los misterios que celebramos y hemos de vivir con renovado fervor. Con María y San José, con la Iglesia. Veamos para este mes en qué episodios intervienen los Ángeles.

 

1.- Ángeles en la Epifanía del Señor

Nada dice de ellos el Evangelio (cf. Mt 2, 1-12) sin embargo el arte sí los ha visto y pone. Baste esta obra de arte de la catedral de Burgos. Es un arcosolio de un sepulcro en la Capilla de Santiago: Adoración de los Magos. Omitimos otras explicaciones sobre el autor, la época, el estilo, las características de esta obra de arte, etc. Nos interesa el contenido del misterio en que sí intervienen los ángeles porque es un misterio salvífico del Señor. Con certeza sabemos lo que enseña el Concilio de Trento cuando, al hablar con magisterio infalible sobre la sagrada Eucaristía, nos asegura que es Él mismo a quien adoraron los Reyes Magos, aunque ahora esté sacramentado-glorioso:

“Le adoraron. Saben que el Mesías, Dios hecho hombre. El Concilio de Trento cita expresamente este pasaje de la adoración de los Magos al enseñar el culto que se debe a Cristo en la Eucaristía. Jesús presente en el Sagrario es el mismo a quien encontraron estos hombres sabios en brazos de María. Quizá debamos examinar nosotros cómo le adoramos cuando está expuesto en la Custodia o escondido en el Sagrario, con qué devoción y reverencia nos arrodillamos en los momentos indicados en la Santa Misa, o cada vez que pasamos por aquellos lugares donde está reservado el Santísimo Sacramento”[1]

“Asimismo, por el simbolismo alegórico de los dones ofrecidos:

Observando la estrella, aquellos sabios y ricos señores de Oriente se habían puesto en camino hacia Belén para conocer a Jesús y ofrecerle dones: oro, incienso y mirra. También estos regalos tiene un significado alegórico: el oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra y su santa humanidad que conocerá la muerte y sepultura”.

“Contemplando esta escena en el belén, estamos llamados a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador. Cada uno de nosotros se hace portador de la Buena Noticia con los que encuentra, testimoniando con acciones concretas de misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús y su amor”[2].

2.- En la huida a Egipto y su retorno a Nazaret.

Otro Ángel avisa a José que se vaya “con el Niño y su Madre” desterrado a Egipto (cf. Mt 2,13-18), y muerto ya Herodes le comunica que vuelva a su tierra (cf. Mt 2,19-23).

Son los dolores y gozos (quinto y sexto) de San José: Yo los expresaría así:

De nuevo al volver de Egipto

Con el temor de Arquelao

Está el dolor otra vez;

Pero el Ángel con desvelo

Os guía al gozo pleno,

Con Jesús, a Nazaret.

 

En los sagrarios abandonados ¿no se asemeja Jesús al estar desterrado de su patria que es el Cielo? Voluntariamente quiso venir a este nuestro destierro y “valle de lágrimas” para convertirlo en anticipo del cielo, para consolarnos en las penas del destierro y ser nuestro compañero de  camino hacia la patria del Cielo; el que “por nosotros y por nuestra salvación bajo del cielo, se encarnó de María, la Virgen, por obra del Espíritu Santo y se hizo hombre” (Credo).

Cabe preguntarse ya ¿cómo  estamos contemplando, celebrando y viviendo en los días de Navidad?

Que sigamos viviendo aún la Navidad. Por otra parte su estilo de cercanía, ternura y amor de nuestro Dios permanecen en el Sacramento y hemos de vivirlo así, con la gracia de Dios, cada día de todo este 2020 que acabamos de estrenar y que nos ha regalado el Señor.

Se trata de vivirlo en clave eucarística de adoración, de alabanza, acciones de gracias, de reparación, de  compañía con Quien “ha puesto su tienda entre nosotros” (Jn 1, 14).

Cabe preguntarse ya:

  • ¿Le hemos obsequiado a Quien ha venido a nuestro mundo con algún nuevocontacto de fieles?
  • ¿Le hemos dado de regalo algún nuevo adorador? No necesita en Sí cosas materiales pues “del Señor es la tierra y cuanto contiene, el orbe y sushabitantes…” (Salmo 23).

3.- En su vida “oculta” de Dios escondido en Nazaret: vida de familia, de oración, de silencio y trabajo, de convivencia y amistad…¿Hay ángeles también? 

Nada dice de ellos el Evangelio (cf. Mt 2, 19,23 y Lc 2,51-52) sin embargo el arte sí los ha visto y pone. Veamos tres bellas y significativas obras de arte.

1ª.- Bastaría esta obra de arte de la catedral de Burgos en la Sala Capitular: tríptico de la Virgen con el Niño.

 

Omito también ahora otras explicaciones sobre el autor, la época, el estilo, las características de esta obra de arte, etc. Insisto “Nos interesa el contenido del misterio en que sí intervienen los ángeles porque es un misterio salvífico del Señor”.

No aparecen los Ángeles en este misterio del “Dios escondido” pero sin duda están en torno a Jesús quien, siendo Dios aunque escondido, le servían: uno le toca y canta (ángel musicante), otro le sirve unas uvas, alusión clara a su sangre, a su sacrificio redentor, y de las uvas sale el vino que, consagrado por el sacerdote y la acción del Espíritu Santo, se convierten en la sangre de Cristo, en Cristo ya entero y glorioso, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad. Y le adoraban los ángeles pero no de modo visible y extraordinario sino con la normalidad de que era su Dios aunque encarnado y oculto. Por eso no aparecen.

2ª.- En esta obra de arte aunque no tenga la categoría de la anterior ¿no hay Ángeles?

Nada nos dicen los Evangelios al respecto; pero sí la fe y la teología al contemplar a su Dios viviendo en familia, en trabajo, silencio, oración, convivencia social…En torno a la Trinidad del Cielo (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y la Trinidad de la tierra (Jesús, María y José) los Ángeles tienen que estar.

Con certeza sabemos el mismo argumento: lo que enseña la Iglesia de siempre cuando, al hablar sobre la vida oculta del Señor, es vida de trabajo, oración, silencio, de todas las virtudes domésticas; que los treinta años de Jesús en Nazaret son tiempo de salvación para nosotros, no sólo por su ejemplo de vida sino porque también nos está redimiendo.

El argumento, pues, es el mismo: Si allí escondía su divinidad sabemos con fe infalible que en la Sagrada Eucaristía nos oculta su humanidad. Ambas creemos presentan son y están. Por tanto, Jesús tanto en Nazaret como Sacramentado está rodeado de ángeles que contemplan admirado a su Dios y Señor. Donde está Dios está el Cielo y en el Cielo están los ángeles con todas sus jerarquías. Como lo están en la Santa Misa y en los Sagrarios.

3ª.- En esta obra de arte (Dingbats religioso de Federico Pustet-Ratisbona, (a. 1884).

El arte así los ha recreado en torno a Jesús abrazado por la Virgen en la casa de Nazaret. Vemos ángeles que desean adorarle de rodillas, servirle, obsequiarle, cantarle (uno es musicante).

Los veremos también nosotros si vivimos vida sobrenatural a partir de la vida ordinaria.

Así, viviendo en familia pobre y sencilla donde Dios vino a nacer y a compartir nuestra vida, nos está enseñando con el ejemplo y redimiendo con su trabajo, con vida de familia, de silencio y oración.

Como nos pasa a nosotros en la vida ordinaria de cada día: no vemos ángeles pero están. Nos acompañan en el camino de cada día. La vida ordinaria de trabajo, de familia, de convivencia social, tiene un “quid”, un algo divino, si la vivimos de cara a Dios, de cara al Sagrario, al “Deus absconditus” del que habló y anunció el cántico de Isaías (cf. Is 45,15), de cara al Sacrificio de la Santa Misa. Se cumple la profecía y el cántico de Isaías: “En verdad tú eres un  Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador” (Is 45,15).

“Orad, hermanos, para trayendo al altar los gozos y las fatigas de cada nos dispongamos a ofrecer un sacrificio, agradable a Dios Padre todopoderoso”.

De la importancia y misterio de la vida ordinaria -oculta- en Nazaret, del trabajo de cada día, de su valor redentor ya hablamos algo en una de las primeras cartas (cf. febrero de 2017)

Un cántico mariano lo expresa bellamente. Tiene como estribillo: “en el trabajo de cada día como vivías y amabas tú, queremos, Madre, servir amando, sirviendo siempre junto a Jesús”.

En la vida ordinaria “suceden” cosas admirables: encontramos a Dios si las vivimos así.

Existe el mundo sobrenatural. Esta preciosa imagen -obra de arte- de los ángeles en torno a Jesús y María lo demuestra.

Nosotros adoramos -también como los Ángeles- al “Dios escondido” en los Sagrarios y le cantamos: “A Dios escondido, venid adoremos, oculto en los signos de este sacramento”.

“Cristo pan de vida, vivo y verdadero, nacido del Padre, bajado del Cielo…estás con nosotros aunque no te vemos”.

4.- Algunas aplicaciones prácticas. Las que fácilmente se deducen de la meditación de estos puntos desarrollados en esta Carta de enero. Sacadlas vosotros por vuestra cuenta, con ilusión e imaginación espiritual y apostólica.

En el Memento (Memorare o Recordare) de este mes recuerdo las del mes pasado. Vendrá bien recordarlas porque son -serán- el termómetro para ver si las hemos tenido en cuenta, practicado o no y en qué medida mejorar.

5.Concluyo esta carta con la noticia de que me encuentro enfermo o paciente en tratamiento para recibir durante seis semanas unas 30 sesiones de radioterapia para curar cáncer de próstata.

Le pido al Señor que me dé salud y vida para poder seguir trabajando por Él y en buena -mucha- medida por su -nuestra- ARPU.

Pedid también vosotros y agradezco a los que ya lo hacéis. Podéis hacerlo por intercesión de Doña Juana Carou. He compuesto otra oración, la quinta. Cada uno use la que desee mientras no tengamos una que sea la oficial.

Otro motivo de petición que urge hacer al Señor es que suscite consiliarios a todos los niveles: parroquial, diocesano y nacional. Si cada adorador es un don para el Señor (y del Señor para cada adorador), cada consiliario es además “un milagro” a pedir para que no sólo quieran pertenecer a la ARPU sino trabajar con generosidad en una parte – muy notable e intensa- de su vida en la propagación o extensión esta Obra eucarística: La ARPU. Según nuestro carisma, por si sirve de estímulo desde la Fundadora principal, “habrá un alto grado de Cielo” para quienes hagan este apostolado eucarístico.

Me confío a vuestras oraciones y contad con las mías con la misma estrofa que ponía en la carta anterior: 

“En el amor de Jesucristo

Que viene -ha venido- presto a salvarnos

Pido que os llene de paz

Él que está en cada Sagrario”.

¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar

Y la santa Virgen Madre de Dios!

Unidos en Él y en nuestra Madre Inmaculada.

 

Burgos, 1 de enero de 2020, Solemnidad de la Maternidad divina de la Bienaventurada Virgen María.

Fdo.: José Luis Esteban Vallejo. – Consiliario Nacional de la ARPU

 

 

[1] Francisco Fernández Carvajal, Hablar con Dios, vol. I, Madrid 1986, p. 355.

[2] Papa Francisco Carta Apostólica Admirabile signum,  Greccio, en el Santuario del Pesebre, 1 diciembre 2019, n. 9.

 

 

 

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