ADORACION REAL, PERPETUA  Y UNIVERSAL AL SANTíSIMO SACRAMENTO (ARPU)

 

  XLII Carta-Circular del Consiliario Nacional de la ARPU: Realizar la “agenda” de la ARPU para estar al día todos los adoradores de Jesús Sacramentado. 

“A Jesucristo, que nos ha manifestado la vida eterna, y nos la ha prometido diciendo en el Apocalipsis “al que venza y al que guarde hasta el fin mis obras (…) le daré la estrella de la mañana” y “El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias” (Apc 2, 26-29). Venid, adorémosle.

Queridos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU:

1.- Con estas apremiantes palabras de Jesucristo, Señor nuestro, que en el Apocalipsis se dirigía a los fieles de la ciudad-iglesia-de Tiatira, me dirijo a cada uno de vosotros para apremiaros a poner al día “la agenda” que tenemos pendiente en la ARPU. Esta carta está muy a tono con el espíritu de la liturgia en este final de su recorrido anual, en el mes de noviembre que nos asoma a las realidades divinas y eternas, las que nos esperan y adonde nos dirigimos: el Paraíso o Cielo, la Comunión perfecta y eterna con Dios, Trino y Uno, la vida eterna, donde “descansaremos y veremos. Veremos y contemplaremos, contemplaremos y amaremos, amaremos y alabaremos. Ese es nuestro fin que no tendrá fin” (San Agustín”). Hemos de pensar mucho en estas verdades, sobre todo, en el Cielo, nuestra verdadera Patria y destino.

1.- Breve exégesis -comentario- de este texto sagrado.

No voy a hacer la exégesis -comentario- completa de este texto sagrado del Apocalipsis que nos llevaría lejos, aunque sería muy precioso y sabroso, pero sí algunas pinceladas como introducción al tema de esta Carta de noviembre que lleva como título esta síntesis “Realizar la “agenda” de la ARPU para estar al día todos los adoradores de Jesús Sacramentado”.

1.- Con esta imagen-miniatura- del Apocalipsis es Jesucristo, Hijo de Dios, “el que tiene los ojos como llama de fuego y los pies como metal precioso” (Apoc 2,18), quien se presenta con atributos divinos:  ciencia divina por la cual es capaz de conocer lo más intimo del hombre (cf. v.23) y el poder de su resurrección; es quien se dirige a esa Iglesia de Tiatira (a los fieles) como a todas del Apocalipsis, a las siete Iglesias, es decir, a todos los fieles; se dirige al Ángel que es quien hace resonar la trompeta de Dios, la voz del Señor que ha escuchado Juan quien, en Patmos, como un águila real (atributo del Evangelista San Juan), se ha remontado hasta las alturas y profundidades de los misterios de Dios y que se le han revelado en el último libro de la Sagrada Escritura, de la Revelación divina.

Si queréis un comentario al Libro del Apocalipsis en clave eucarística la tenéis en nuestro libro (de la ARPU) Figuras y textos eucarísticos, en la figura n. 3, pp.72-80.

2.- El esquema es el mismo en todas las siete cartas, a los siete ángeles, a las siete Iglesias del Apocalipsis: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.

Lo primero que hace Jesucristo es alabar lo bueno que hace esa Iglesia (cada fiel o cristiano, cada adorador suyo, tú y yo), las alaba por las obras buenas que hacen pero a todas las llama a la conversión; cada carta concreta y señala en lo que ha de cambiar, en qué ha de corregirse y arrepentirse para mejorar en la vida cristiana, de comunión con El y sus padecimientos, para participar en su Resurrección, y para enviarla -enviarnos al apostolado, diríamos nosotros-, a realizar las tareas que tienen -tenemos- pendientes. A eso me refiero al decir “cumplir la agenda” por usar esta  imagen para esta carta 42 de Consiliario Nacional de la ARPU que luego concretaré en el segundo punto o parte. También el mismo Jesucristo, el del Apocalipsis, que es el mismo Resucitado-sacramentado- hace esas promesas de vida eterna. Nos dará “la estrella de la mañana” que es Él mismo, Jesucristo. La “estrella de la mañana” es una expresión que en otro pasaje se aplica a Jesucristo (cf. Apc 22, 16). En cada carta expresa el premio eterno con unas palabras: “Al que venza le daré a comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios” (Apc 2,7); “sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida (Apc 2,10); “Al vencedor le daré del maná escondido” (Apoc 2,17); “El vencedor será revestido con vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la Vida, confesaré su nombre en presencia de mi Padre y delante de su ángeles” (Apc 3,5); “le haré columna en el templo de Dios (…), escribiré sobre él el nombre de mi Dios” (Apoc 3,12);  “Al que venza le concederé sentarse conmigo en mi trono…” (Apc 3,21).

3.- Con estas palabras, se insiste, en esa comunión perfecta del que persevera hasta el fin con el mismo Señor. Se repite en cada carta “al vencedor le daré…” quiere decir que habrá victoria si hay lucha; hay lucha si nos esforzamos. ¿Luchamos nosotros por conseguir los fines y objetivos de y en la ARPU?

Llamada también a la conversión con la que concluye cada carta al exhortar: “El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu Santo dice a las Iglesias”. Para nosotros la llamada a la conversión pasa por asimilar, practicar y difundir el precioso carisma de la ARPU. De no hacerlo así, estaríamos resistiendo y entristeciendo al Espíritu Santo y, de no hacer caso a Jesucristo que nos habla con voz de trompeta, no recibiríamos sus promesas al final de nuestra vida en la tierra: la participación en su gloriosa Resurrección y en su Gloria.

Con este comentario, amigos, quiero exhortaros a practicar y difundir el precioso carisma de la ARPU y así “tener un alto grado de gloria”. Y se nos dará “la estrella de la mañana” que es el mismo Jesucristo, insisto, quien nos alimenta con su Pan de la Eucaristía, a quien adoramos en cada Sagrario de la tierra para que digamos a los demás ¡Venid, adorémosle!

2.- Entonces ¿cuál es la “la agenda”, las obras a realizar en la ARPU? Os las concreto en una especie de decálogo:

1ª.- Realizar cada uno el deseo de Jesús Sacramentado, también fuera del culto eucarístico de la Misa: ser creído, amado, adorado, extendido a todos los hombres, a todas las horas y en todos los sagrarios de la tierra. 

2ª.- Realizar el objetivo y el fin de esta nuestra bendita Asociación y Movimiento: “acompañar y dar gracias, reparar y desagraviar al Santísimo Sacramento”. 

3ª.- “Reunir cada adorador alrededor de los Sagrarios el mayor número posible de personas”. ¿Lo hacemos así? ¿Trabajamos y luchamos en este afán eucarístico? 

4ª.- Recordar la carta de septiembre-octubre para ponerla en práctica Y todo ello como señal de amor y fe, de gratitud y generosidad con Jesús Sacramentado: cumplimentar las fichas que ya deberían estar en los dos meses pasados cumplimentadas; recordad que son para renovar los consejos parroquiales, diocesanos y el nacional de la ARPU después de cuatro años y remitirlas a los debidos lugares y destinos que en la carta 41 se indicaban: para eso son. Sin organización ni gobierno la historia y la lógica enseñan que no puede subsistir una Asociación de fieles y menos cumplir con esos fines estupendos arriba señalados. Si no hubiera miembros “responsables”, adoradores “capaces” y gente “dispuesta” a tirar “del carro” de la ARPU no avanzamos, no vamos al ritmo que Dios quiere. ¿Meditamos y trabajamos cada carta en presencia de Jesús sacramentado? Él desde el Sagrario nos hará “escuchar lo que el Espíritu dice a las Iglesias”, a cada adorador, lo que nos dice Jesús a cada uno y a todos a través de ellas.

5ª.- En este sentido seguimos preguntándonos ¿qué “agenda”, qué tareas hay que realizar cada día, cada mes y siempre? Cumplir los Estatutos sobre la renovación de cargos y (todos los demás artículos). En los meses desde julio hasta este mes de noviembre se han ido recordando en Memento o Memorare; se han ido señalando los que corresponde a todos los miembros de los Consejos en los tres niveles; se sintetizan, se recuerdan y comentan un poco en el Memento de este mismo mes de noviembre: volvamos a meditarlos ante Jesús en el Sagrario. Si fuera necesario, se dedicaría una carta para comentar más detenidamente esas tareas y responsabilidades de los referidos cargos. De momento son suficientes la lectura de los Estatutos y esas aplicaciones. Vedlos de nuevo en nuestra Página Web www.arpu.es  


 6ª.- Agenda, es decir ¿qué tenemos -tengo- que hacer? Cualquier tiempo y lugar -también en tiempo de pandemia- son ocasión de proponer y promover la maravillosa Asociación de la ARPU. El método ya está comprobado: proponer personalmente a cada quien la pertenencia a la ARPU; para eso hablar de la importancia y necesidad de la adoración al Santísimo, de la modalidad de la ARPU…; y para ello, antes hablarles, aunque sea brevemente, del “admirable misterio-sacramento de nuestra fe”, de la Sagrada Eucaristía, de Jesús Sacramentado, de sus deseos, de nuestro carisma necesario en la Iglesia y en el mundo. En el Noticiero de este mes van tres nuevos adoradores. Se han conseguido -uno por uno- con este sistema y método que os digo.

7ª.- Es insistir dada la urgencia, importancia y necesidad de la ARPU en la Iglesia y en el mundo. Es a lo que se compromete cada adorador al inscribirse en la ARPU: además del compromiso fundamental de la media hora semanal procurar -luchar, trabajar-, insistimos, en “reunir alrededor de los sagrarios el mayor número posible de personas”; es cuestión de amor concreto y eficaz a Jesús Sacramentado buscarle nuevos adoradores porque Él lo está deseando, cuenta contigo y conmigo, es nuestro carisma y compromiso de fe y amor eucarísticos. 

8ª.- Si cada adorador procurase cada mes proponer la ARPU (la adoración al Santísimo) a otras “personas”, se extendería rápidamente por  todo el mundo. Habría miles de “puntos de ignición” (encendidos), “lámparas vivas” ante los Sagrarios. Justo es el deseo del Señor en su -nuestra- ARPU. Justo es lo que ha hecho el niño y adolescente (de 15 años) recién beatificado en Asís el pasado 10 de octubre, Carlo Acutis Salzano.

Si conocéis otros métodos mejores (más eficaces) decidlos para ponerlos en práctica. Pedid, sí, la ayuda del Clero, pero, aunque no “promovieran” el Culto a Jesús en la Eucaristía, también fuera de la Misa, como es su deber, nadie nos exime de hacerlo nosotros porque es Jesús mismo -no es el Clero- quien nos confía -por el bautismo y por la pertenencia a este Movimiento y Asociación- hacer este apostolado eucarístico.  

9ª.- Como cada adorador es -somos- un don de Dios Padre para los demás y nosotros lo somos para Jesucristo: Pidamos para que surjan nuevos adoradores inscritos en la ARPU en todas parroquias y lugares a donde de esta manera podemos llegar: a más gente procedente de diversos lugares, pues nuestro carisma está destinado a todas ellas: es universal. No olvidarlo nunca y son para gloria de Jesús Sacramentado y beneficio de la Iglesia. Así han trabajado los Santos.

10ª.- No olvidar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo que referíamos en el Apocalipsis y que hemos meditado en esta carta: darse como “estrella de la mañana”, el mismo que se nos da en la Eucaristía y nos espera a “todos los hombres en los Sagrarios de la Tierra”. Es posible y necesario por su gracia y por nuestra pobre pero necesaria colaboración, por nuestro amor y fe al Santísimo Sacramento.

Así, “llegará aquel día, que será el último y que no nos causa miedo: confiando firmemente en la gracia de Dios, estamos dispuestos desde este momento, con generosidad, con reciedumbre, con amor en los detalles, a acudir a esa cita con el Señor llevando las ‘lámparas encendidas’. Porque nos espera la gran fiesta del Cielo” [1].

Por mi parte y en nombre del Señor Sacramentado ¡Muchas gracias por lo que hacéis y hagáis vosotros en esta labor de santificación propia y de apostolado con los demás!; labor que se concreta en cada carta de Consiliario. Y, si así lo hiciereis, ¡que Dios os lo pague!

Burgos, 3 de noviembre de 2020, 77 cumpleaños de mi vida en este mundo. Vuestro Consiliario: José Luis Esteban Vallejo, Pbro.

 

 

[1] San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, n. 40.

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