ADORACION REAL, PERPETUA Y UNIVERSAL AL SANTíSIMO SACRAMENTO (ARPU)
XLIII Carta -Circular- del Consiliario Nacional de la ARPU
Navidad-diciembre 2020 y enero 2021
“A Jesucristo, que por nosotros ha nacido y se nos ha manifestado como el Pan nacido en Belén, Pan vivo en la Eucaristía, con el que nos alimenta ¡Venid, adorémosle!”. ¡Él es la Navidad que nos salva!
Queridos adoradores (as) de Jesús Sacramentado en la ARPU:
1.- ¿Qué se entiende por Navidad?, ¿cuántas navidades hay?, ¿puede haber más de una?
Hace casi dos meses que en los medios de comunicación: radio, TV, prensa, etc., ante la resistencia y pertinacia de la pandemia que sigue dominando el mundo, se vienen oyendo frases como éstas: ¡Salvemos la navidad!, ¿Se salvará la navidad?, ¿Qué hacer para salvar la navidad…? Y así otras expresiones parecidas. El oírlas ya me hizo pensar.
Con toda intención la navidad en esos sentidos económicos, gastronómicos, comerciales, bullangueros, etc. la he puesto en minúscula porque esa, la navidad de los comercios abiertos, del consumo galopante, de las vacaciones y diversiones deseadas, de las reuniones de familia sin más, a la que ellos se refieren, esa, digo, no es la Navidad que nos salva, la Navidad que nos salva yo la escribo con mayúscula. Hay palabras que con el uso cambian de contenido y las que expresaban el “signum mágnum” del Cristianismo, el gran sacramento de Salvación, han derivado a otros significados y contenidos distintos y a veces opuestos y paganizados.
2.- El hombre que, aunque llegue a la luna, no puede evitar o matar un virus, (mucho menos que un mosquito pequeñito) ¿podría salvar la navidad? No, sino que necesita la Natividad (Navidad) del Señor
Es natural que el hombre trate de soslayar la pandemia y con ella la muerte de tantos miles y los millones de contagios. Hace todo lo posible para retener la vida. ¡Bienvenidas las vacunas! Por medio de la medicina… ha logrado demorar la muerte un par de años. Pero al fin, a pesar de todo, la muerte y la pandemia le alcanzan y seguimos con el peligro de que el COVID-19 nos alcance. Y, por supuesto, la muerte nos alcanzará a todos algún día. La muerte, que Dios no creó, es consecuencia del pecado que el hombre sí cometió y sigue cometiendo (cf. Sb 1,13; 2, 24 y Gn 18,27). Nos dice San Pablo: “¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Y se contesta a sí mismo: “gracias a Dios, por Jesucristo nuestro Señor” (Rm 7,24 s.). Jesucristo es el Salvador y su Natividad es motivo de gozo para muchos porque nos nace la Vida. ¿Cuántos conocen este motivo? ¿Quién, o qué ángel debe anunciarlo como “un gran gozo para todo el pueblo” (Lc 2, 10) a los que no lo conocen? Tú y yo.
Bien que “la ciencia y la técnica movilicen todos sus recursos con el fin da salvar la vida natural. Pero, al fin, llegan a resultados contrarios a los apetecidos. La técnica científica, que quiso ponerse al servicio de la vida, ha resultado ser su peor enemigo”[1]; al menos en muchas ocasiones.
3.– Distinguir, pues, y valorar la verdadera y única Navidad de la que no lo es.
Bastaría poner aquí los Nombres con que la Liturgia de la Iglesia en Adviento, con mayor intensidad desde el día 17 al 24 de diciembre, en sus antífonas mayores (tanto en el Magnificat de las Vísperas de esos días como en los versículos entre Aleluyas, antes del Evangelio), invoca, llama, canta, (la Iglesia) a su Señor porque sabe que la Navidad cercana a celebrar es la del Verbo Encarnado. Quien ya vino, viene ahora y vendrá a salvarnos. Esa es la diferencia entre la navidad pagana y la Navidad cristiana. He aquí esos Nombres: “Señor, Pastor de la Casa de Israel (la Iglesia), Sabiduría, salida de la boca del Padre, Hijo de David (en cuanto Mesías-hombre), Estandarte de los pueblos y los reyes, etc. Y cada invocación al Señor Jesús con uno de esos títulos de las antífonas mayores se concluye rezando y cantando: “Ven pronto, Señor, ven, Salvador”. Él es la Navidad, es decir, su Nacimiento; pues eso significa etimológicamente la palabra Navidad: viene de natividad, nacimiento.
¿Veis ya que el hombre no puede salvar la navidad sino que necesita la Navidad porque es la de Dios que viene a salvarle y demostrarle su amor inmenso para poder ser amado eternamente? Él es quien nos salva, el pobre hombre y nuestro mundo no pueden salvar a la navidad; acaso su negocios o economía, acaso su diversión y gastronomía pero no la verdadera Navidad, (la escrita con mayúscula). ¿Pensamos ya y piensa la gente cuando oye o dice que es navidad en la Navidad que es Jesús que nació y viene a salvarnos?
4.- La verdadera y única Navidad es la que nos da la Vida eterna.
Está aún reciente la carta 42, de noviembre pasado, que os he escrito presentando una figura-imagen del Apocalipsis en clave eucarística, que nos interpelaba y nos debe seguir interpelando siempre para estar preparados para la vida eterna, para salir al encuentro del Señor, para examinarnos, para ver si realizamos la “agenda” que tenemos que realizar en la ARPU con diez aplicaciones concretas, tareas a realizar para ese mes, para éste y para siempre: ser adoradores y apóstoles de la Eucaristía en la ARPU; es serlo como el respirar para el alma, para vivir en cristiano.
No porque ponga aquí otras tareas, hay que olvidar y dejar de cumplir aquellas. Son SIEMPRE complementarias, son para vivirlas. Nuestra ARPU ES -HA DE SER- una NAVIDAD permanente, porque adoramos al “Pan Vivo bajado del cielo” y que nos da la Vida eterna (cf. Jn 6).
5.- ¿Qué hacer para prepararse, celebrar y vivir santamente la Santa Navidad del Señor nuestro Jesucristo?
Cercano, pues el tiempo de Navidad, de la verdadera Navidad, la que nos salva, no quiero que pase esta privilegiada ocasión sin felicitaros. Lo hago con la invitación a vivirla y dejarnos salvar por su misterio y contenido, con la invitación a ir a Belén eucarístico, donde está vivo aquel cuyo Nacimiento celebramos con la Iglesia, cuya Navidad gozamos; y nosotros con ella -asombrados y adorantes – contemplamos y damos vueltas en nuestro corazón como María ante el Misterio, como San José, guardián y protector del mismo. Ha sido en un modo tan humilde que cuesta creerlo que ese Mesías, esperado con esos atributos tan grandes, nazca y yazca en un pesebre y reclinado en unas pajas y que aún esté así y más humilde y oculto en la Eucaristía; allí, en Belén, en el pesebre, se ocultaba su divinidad, aunque hubo algún destello y resplandor, pero aquí, en la Hostia Santa, en el Sagrario, se oculta también su Santísima Humanidad pero es Él, insisto, el Pan Vivo «bajado del Cielo (cf. Jn 6); es el Belén realmente Viviente, donde vive el que nació en Belén hace 2020 años; (aceptamos el cómputo actual aunque sabemos que no es exacto). Lo está como Encarnación permanente para nosotros, siendo Emmanuel: Dios con nosotros. Él es la Navidad. ¿Se piensa en Él cuando se oye o se dice la palabra Navidad?
Lo hago con esta carta número XLIII (43), que ya es también para el mes de enero del 2021. Lo hago con la invitación de los pastores: “¡Vamos a Belén! y ¡Pronto!”:
Suena a practicar con presteza, cuidar con mimo, intensificar con celo nuestras normas eucarísticas:
1ª.- La Santa Misa celebrada y vivida como centro y cumbre de nuestra vida.
2ª.- La Comunión sacramental deseada, preparada, agradecida… Para ello
3ª.- Las comuniones espirituales durante el día e incluso por la noche.
4ª.- Hacer la visita diaria a ser posible a Jesús sacramentado por nuestro amor.
5ª.- Desear y hacer el encuentro semanal de la media hora: “30 minutos en compañía de Jesús Sacramentado” como la norma específica nuestra -no única- en la ARPU.
Algo así y más hacía nuestro amigo recién beatificado en Asís (10 de octubre de 2020), el joven italiano de 15 años, Carlo Acutis Lanzano. Posiblemente insistiré en otras cartas, Dios mediante, porque es un ejemplo a imitar. Y lo mismo otro joven de 19 años, Joan Roig Diggle, recientemente beatificado en la “Sagrada Familia” de Barcelona, el pasado 7 de noviembre de 2020. Éste español, también joven laico y mártir. Los dos son figuras eucarísticas a imitar, por los jóvenes y por todos nosotros.
“¡Vamos a Belén! y ¡Pronto!”:
“Suena a animarnos unos a otros como los pastores que se decían unos a otros:
“Vayamos hasta Belén y veamos este hecho que acaba de suceder y que el Señor nos ha manifestado” (Lc2, 15).
Nosotros también nos lo decimos y yo como Consiliario vuestro: sed buenos adoradores para ser dichosos:
“¡Felices, felices, pastores, que pudisteis ver
Al Rey de los Cielos Nacido en Belén!”.
Nosotros le vemos con los ojos del amor y de la fe.
“¡Vamos a Belén! y ¡Pronto!”:
Suena a que se lo digamos a mucha gente más con la palabra, con la oración, con el ejemplo y hasta con el canto de alegría: “Venid a Belén a ver al Mesías, venid a Belén a ver nuestro Bien”. Y es que “en la Santísima Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, a saber, Cristo mismo…” nos enseña el Concilio Vaticano II (P.O. n.5).
Quedamos, pues, que “La Navidad verdadera es que viene Jesús”, es “Dios con nosotros”; y que la adoración eucarística, también fuera de la Misa, es que vamos nosotros a Él y en Él encontraremos estímulo, inspiración, consuelo, fuerza y gozo, paz y amor que tanto necesita nuestro mundo y, por tanto, los hombres, nuestros hermanos. Y volveremos diciendo después de cada visita al Santísimo bien realizada, como los pastores que «regresaron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído» (Lc 2, 20). ¿Lo hacemos así nosotros?, ¿todos y cada uno?
5.- Concretando además otras tareas navideñas y eucarísticas:
“Estas son las cuatro “tareas” también para el cercano mes de enero y ¿por qué no para todo el año que así os deseo feliz y fecundo para la ARPU y siempre?
1ª.- Ir a Belén a ver y “estar con Jesús”, nuestro Señor, nuestro Bien, el “Viviente”, cuidando con amor y presteza las cinco normas eucarísticas (arriba expresadas).
2ª.- Es preciso tomar conciencia de nuestra pertenencia a la ARPU, poner ciertos medios para ello y animarnos unos a otros a ser más, mejores y más santos adoradores.
3ª.- Proponer a otros, a quienes podamos y por quienes recemos, para que lo sean también. Con nuestro ejemplo de vida eucarística, de palabra y de obras, con amistad, con oración en particular…, entregando fichas de inscripción a gente conocida, amiga, tratada, etc., como el mejor regalo que el Niño Dios espera de cada uno de nosotros. ¿Lo vamos a hacer? ¿Lo hemos hecho?
4ª.- Será le mejor lotería que les puede tocar –si se inscriben– porque recibirán el carisma de la ARPU, que lógicamente luego hay que ir conociendo y dando a conocer a los demás. Para ello están los encuentros, reuniones, celebraciones y estos mismos medios que enviamos: nuestra “revista” mensual.
Así lo haría e hizo Carlo Acutis. Así también el joven Joan Roig Diggle
Con estos augurios navideños os reitero: ¡Feliz y Santa Navidad para todos los adoradores en la ARPU y feliz 2021!
Mi saludo cordial y mi oración ante el Señor por todos y cada uno de vosotros todos los días, ante el Señor nacido para nuestra Salvación.
Hacedlo saber a los demás o repartid esta Carta por ello se llama “Circular” a todos los inscritos en la ARPU y a quienes podáis.
Burgos, 17 de diciembre de 2020, comienzo de la segunda parte del Adviento.
José Luis Esteban Vallejo, Consiliario Nacional de la ARPU en España.
[1] Odol Casel, Misterio de la Cruz, (segunda edición) Madrid 1964, p.178.