Don José Llés Segarra  -Mártir-

 

RESUMEN BIBLIOGRAFICO DEL PADRE DON JOSÉ LLÉS SEGARRA

 

Así se manifestaba Don Laurentino García Montes, (2003) Consiliario de ARPU en esta fecha:

Con inmensa alegría comunicamos que estamos ya en plena causa de canonización de Don Jose Llés Segarra, que corre a cargo de la diócesis de Lérida y que cuenta y actúa con nuestra colaboración, y continúa…

Sus ansias inquietudes eucarísticas le llevaron a contactar con doña Juana Carou, humilde, maestra de Huelva [la “mandaderilla” del Señor, como ella misma se llamaba], que vibraba en la misma onda y sintonía eucarística y que, según ella, debería ser una asociación, a petición de Jesús quien le manifestó este deseo: “quiero ser adorado por todos los hombres en todos los Sagrarios de laTierra”.

Después de contactar entre sí, fueron entrelazando en sus inquietudes a otras personas del mismo talante y vivencia, que conocieron también de modo providencial, haciendo honor a aquello de “no existe la casualidad, es Dios que viaja de incógnito”.  Estas personas, por onden de aparición en el escenario de la ARPU, fueron: José Soler, asesor de la Nunciatura, preconizado obispo auxiliar de Madrid (falleció antes de su ordenación episcopal); el ya canonizado padre José María Rubio; y el obispo de Oviedo Consiliario General de Acción Católica y una de las personas más inteligentes de la España de entonces, de gran santidad de vida y celo eucarístico y  que llego a ser el primer Director General de la Adoración, cargo para que pidió traslado de nuestro biografiado al obispo de Lérida, Manuel Irurita, su amigo. 

A todos los mencionados se les puede considerar co-fundadores juntamente con doña Juana Carou y el propio José LLés. 

El periodo de preparación de la ARPU termino en el 1926. 

El contacto y vinculación de la religiosa Jerónimas de la adoración a esta Obra, se produjo a finales de 1929, ya que en noviembre de este mismo año llegaron a Gijón (Asturias) desde México. Se pidió la aprobación de la congregación de religiosas a Roma y pasaron a ser religiosas Jerónimas de la Adoración. 

 Mosen Llés y doña Juana Carou, el 24 de julio de 1926 en el Cerro de los Ángeles, después de haber celebrado la Eucaristía, ofrecieron al señor la Obra de la Adoración. A continuación comienza las entrevistas con el doctor Solé y el padre Rubio en Chamartín de la Rosa. Poco después el doctor Solé y el padre Rubio trabajan con ardor por la adoración formando un núcleo de personas electas. 

Solé escribió al prelado ovetense don Juan Bautista Luis Pérez, quién publicó una pastoral luminosa y fervorosa sobre la Eucaristía. En el capítulo VIII trata de la Adoración Real, Perpetua y Universal. 

El 3 de enero de 1928 murió monseñor Solé, principal apoyo humano de la Adoración. Había sido preconizado obispo pero no llego a ser ordenado por su horrorosa y dolorosa enfermedad seguida de su muerte. 

El 1 de enero de 1929 se funda la obra de la adoración en la Parroquia Nuestra Señora de los Ángeles de Madrid. 

El 2 de mayo del mismo año 1929 falleció santamente en Aranjuez el reverendo padre José María Rubio siendo ya gran protector de la Obra de la Adoración. En la última entrevista que celebro con el arcipreste don José Llés, poco tiempo antes de morir le dijo: “Anda, hijo, por el camino trazado; no temas a nada ni a nadie porque la Adoración es Obra de Dios. Tendréis que vencer muchas dificultades, pero todas ellas se allanarán y esta sería capaz de salvar a España y al mundo entero”. Después le abrazo diciéndole: “ya no nos veremos más. Adiós, hijo mío. Adiós”. 

Algún tiempo antes de morir, como director espiritual del Arcipreste y aconsejaba que tanto el, como la fundadora Juana Carou pusiesen la Obra de la Adoración bajo la paternal tutela, amparo y dirección del Señor Obispo de Oviedo, conocedor que este Prelado había heredado el celo y entusiasmo de su amigo monseñor Solé por la Obra. La última carta que en este mundo escribió San José María Rubio, en la calle de la Flor, con fecha 16 de abril va dirigida a Mosén Llés indicándole que no intenté realizar nada sin contar con las luces y órdenes del prestado del prelado ovetense.

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