“Memento, adorador…”, en el mes Septiembre 2018

MEMENTO, adorador…” Acuérdate de que en este mes…”.

 

Este es el título de un nuevo apartado en nuestras publicaciones mensuales, además de las ya consolidadas Cartas y Noticieros. Se trata de “memorare” o “recordare” (“re-cordare”: pasar por el corazón) para traer a la memoria y al corazón acontecimientos, efemérides, aniversarios, fiestas principales, avisos, normas de funcionamiento de la ARPU. Es un medio o recurso también de formación y animación que nos ayude a coger y asimilar más y más el “espíritu”, las “normas” y el “funcionamiento” de nuestro precioso carisma. 

Según esto, ¿qué podemos recordar, celebrar… para mejor vivirlo en este mes de septiembre de 2018?  

1.- Mes de septiembre intensamente mariano.

 

 A poco que observemos nos damos cuenta de que María se encuentra a gusto y nosotros con ella a la vera del camino de la Iglesia; está en su recorrido de  todo el año litúrgico e incluso civil, en la piedad y devoción de los fieles, en sus meses y festividades, algunas litúrgicas y universales y otras populares y locales.

No existe mes alguno desde enero a diciembre en el que no tenga lugar alguna celebración, conmemoración o advocación mariana. En este sentido no se queda atrás el mes de septiembre. En su recorrido encontramos las siguientes festividades: 

1ª.- 8 de septiembre: la fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María.

La liturgia de la fiesta (cf. Oficio de Laudes) se expresa así: 

“Hoy nace una clara estrella

Tan divina y celestial

Que con ser estrella es tal

Que el mismo Sol nace de ella”. 

“Tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunció la alegría a todo el mundo. De ti nació el Sol de justicia, Cristo, nuestro Dios…” (Ant. Bened.). 

         El nacimiento de la Madre-Virgen precedió al de Hijo. Es fiesta para felicitar a la Virgen-Madre en su cumpleaños que ahora, ya glorificada en cuerpo y alma, es permanente y eterno. Fiesta para “prepararnos para cuando nazca Dios” y para pedir “aumento de paz” para nosotros, para la misma Iglesia y para el mundo, paz que tanto necesitamos (cf. Oración post-comunión). 

2ª.- 12 de septiembre: Santo Nombre de María:

 

“Y el nombre de la Virgen era María” (Lc 1,27). 

Los Santos Padres y otros autores y doctores de la Iglesia desde los primeros tiempos han profundizado y expresado bellamente los significados de este bendito nombre para tenerlo siempre en el corazón y frecuentemente en los labios. Veamos algunos: 

1.- María, estrella del mar. ¿Quién no recuerda aquí a San Bernardo  invitando “mira a la Estrella e invoca a María…?”. 

Por citar -entre tantos- a San Juan Eudes. Tiene  sus Meditaciones sobre el nombre de María. 

2.- María mar, “océano de dulzura y benignidad para los hombres”, pero también “mar amargo para los demonios”; “su pronunciación hace temblar a todo el infierno y pone en fuga a todas las potestades del averno”. 

“Amargo”, en segundo lugar, “porque en la pasión de su Hijo se vio María sumergida en un mar de hiel y de amarguras”. “El martirio de Jesús era el martirio de María”.

La celebración de los dolores de la Virgen lo evidencia también.

“Por su intercesión ha concedido Jesús a todos los mártires la gracia, la gloria y  la corona del martirio”. “El cristiano ha de vivir con el espíritu de mártir”.

3.- María, Señora: lo es del cielo y de la tierra, de los ángeles y de los hombres (cf. 5º misterio glorioso). 

4.- María iluminada e iluminadora: “porque participa de la luz que es Cristo, porque es la Madre del Sol eterno, porque nació de ella la Luz del mundo”.

Iluminadora: “porque es nuestro sol y esclarece nuestras tinieblas”. 

5.- María, gota de agua del mar, mirra del mar…Son otros de los varios significados del nombre de María.

“Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre”: bendigamos los hijos a María, bendigamos los hombres al Señor.   

3ª.- 15 de septiembre: “Nuestra Señora de los Dolores” o “la Bienaventurada Virgen María de los Dolores”

Se cumple en esta conmemoración lo que decíamos antes del significado de su nombre “Mar amargo”.

De alguna manera la Secuencia de la Misa del día “Stabat Mater dolorosa” (de Yacoponi de Todi, s. XIV) y las oraciones litúrgicas recogen el sentido y alcance de este misterio del dolor de la Madre del Redentor. La devoción a sus siete dolores, representada en la iconografía por siete cuchillos clavados en su corazón, es la devoción a la plenitud del dolor humano: “Vosotros los que pasáis por el camino de la vida ved si hay dolor semejante al mío”.

Los dolores o “angustias”, como en algunas localidades se la llama y representa, expresan dramáticamente su ser la Asociada al Redentor como Madre para compartir los dolores del Hijo, que culminaron al pie de la cruz, o muerto entre sus brazos (la Piedad).  

La música también la ha cantado así: 

“Surco abierto son tus brazos una tarde en el calvario;

la semilla es Cristo muerto, tú  nos das la Salvación”.

O bien: “pobre Madre dolorosa, ¡cuánto sufristeis por mí!”.

El misterio de tanto dolor ha sido visto y expresado en esos siete cuchillos, asumiendo nuestros dolores, expiando nuestros grandes pecados que “crucificaron al Hijo de Dios”, a su divino Hijo.

La invitación a compartir con Jesús los nuestros -con ellos- es clara para “corredimir” -como ella- al mundo, “completando lo que falta  la Pasión de Cristo por su Cuerpo que es la Iglesia”.

Lo hacemos cuando adoramos “en espíritu y en verdad”, cuando participamos bien y vivimos en la realidad de cada día el Sacrificio de la Misa, cuando entregamos nuestro amor y consuelo de verdad a quien vive en el dolor y al que sufre en soledad. 

4ª.- 24 de septiembre: nuestra Señora de la Merced.  

También ésta y otras advocaciones marianas jalonan el mes de septiembre, invitando a alegrar nuestra vida y a vivir en devoción auténtica para honrar a María, manifestarle nuestro amor y gratitud con prácticas concretas y diarias, e imitar sus misterios y virtudes: para ser trasunto de su oficio y corazón de Madre y de ser Merced para los hombres (=don, gracia, donación, redención, ayuda…), para “redimir” a los demás, a tantos “cautivos” en alma y cuerpo. 

Por todo ello en este mes y en todos “Memorare” o “memento”: Os recuerdo algo de lo que dicen nuestros Estatutos sobre la devoción a la Virgen María y se puede sintetizar en el art. 6, señalando una de nuestras características, la mariana

“Los miembros de la ARPU han de distinguirse por una auténtica devoción a la Sma. Virgen María, Madre de Dios y Madre de los hombres, especialmente de los fieles; ocupa en la Iglesia el lugar más alto y a la vez más próximo a nosotros” (cf. LG.54). Pues por Ella se ha hecho hermano nuestro el Verbo encarnado y sacramentado, siendo María el primer Sagrario y la primera y mejor adoradora de su divino Hijo”. 

2.- Día 27 de septiembre de 1936: murió mártir de la Eucaristía Don José Llés Segarra, uno de los Cofundadores de la ARPU. 

Sabemos que Don José Llés se jugaba la vida pues eran tiempos de persecución religiosa en España y los enemigos de la fe católica le tenían prohibida la Misa y realizar otros apostolados. Os entresaco este texto: 

 “(…) celebró todos los días el Santo Sacrificio con todos los ornamentos y ceremonias; por medio de mujeres piadosas se llevó la Sagrada Comunión a varias comunidades religiosas y a personas piadosas que no podían acudir a la casa para no llamar la atención. Muchos religiosos y sacerdotes aplaudían y aprobaban este proceder, algunos los condenaban; pero D. José seguía impertérrito, esperando justificarse al final de la guerra”.

“No dejó de celebrar hasta la fecha de su martirio, que tuvo lugar en la madrugada del 27 de septiembre de 1936. La víspera había repartido (por las casas se entiende, y nos imaginamos entonces este trabajo agotador) cien formas consagradas”. [1]

 Además del supremo testimonio de amor y fe a Jesús sacramentado debemos agradecerle el que hizo una copia (que conservamos) de la autobiografía que hiciera la fundadora principal de la ARPU, Doña Juan Carou Rodríguerz. La copia dice “está firmada por José Llés, Pbro. Arcpte”. Y fue en “Ager 27 de octubre de 1925”.   

Algunos manuscritos de Don José Llés nos pueden ayudar mucho a celebrar también -como él- la Santa Misa y recibir la Comunión sacramental, preparada con frecuentes comuniones espirituales. Son de nuestro mártir. Son un tesoro para nosotros. Usémoslo con frecuente veneración. 

3.- 29 de septiembre: Las festividades de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael.

Finalmente, es oportuno recordar a los adoradores en la ARPU que en los Estatutos primeros las festividades de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael figuraban como propias; ahora son en una misma festividad, el 29 de septiembre, y vendrá bien invocarlos (su ayuda poderosa y especial protección). Son ángeles tan importantes que son  Santos Arcángeles.

Recemos a cada uno: “ruega por nosotros, por los demás adoradores, por todos…”. Les encomendamos que surjan en la ARPU otros nuevos adoradores de Cristo sacramentado, para su gloria y nuestra salvación “pues ellos como todos los ángeles y tanto más, “están puestos para ayudarnos a heredar la salvación eterna” (Hebreos 1,14).

[1] La cita está tomada de “la vida espiritual en Gijón…” pp. 1-4 y la recoge José Manuel Soria, O.P. en La Eucaristía en Asturias, en tiempos de persecución, p.38.

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